Descripción
Sin lugar a dudas el país atraviesa por una de las crisis políticas más profundas de los últimos años. Algunos analistas la describen como una crisis aguda de la ética y la moral.
Pero también es cierto que a este momento llegamos después de un largo proceso de “acontecimientos superpuestos”, de una cadena de “desordenes sociales”: la combinación de legalidad y violencia y la exclusión como rasgos distintivos de la dinámica política; la implantación de la justicia privada, como respuesta a la ausencia del Estado y a su falta de legitimidad en la administración de justicia; la atomización y expansión de las violencias; la descomposición de la convivencia ciudadana; la penetración del narcotráfico en la sociedad y en el Estado… en fin, un proceso que, por un lado va diluyendo pilares fundamentales de las sociedades modernas, como son el respeto por la vida humana y la legitimidad del Estado-Nación, y por otro, va consolidando la ideología de los “productos desechables”.
Hannah Arendt, señala en los orígenes del totalitarismo, que “una vez declarado superfluo el ser humano, todo es posible”. En Colombia esto se traduce en la teoría y práctica de la “Limpieza Social”.